El Papa Francisco se comprometió el pasado lunes con Zelenski a hacer «todo lo posible para detener la guerra». Como líder espiritual ha apostado por un gesto de enorme peso en la tradición católica: consagrar Rusia y Ucrania al Corazón inmaculado de la Virgen María.
Durante la ceremonia ha aclarado que naturalmente «no es una fórmula mágica, sino un acto espiritual», que ha comparado con lo que hacen los niños pequeños, «que cuando están asustados van llorando a la madre para que les ayude».
«En estos días siguen entrando en nuestras casas noticias e imágenes de muerte, mientras las bombas destruyen las casas de tantos de nuestros hermanos y hermanas ucranianos indefensos», ha denunciado.
Se cumple un mes de cuando el Papa se plantó en la puerta de la embajada de Moscú ante el Vaticano para pedir el alto el fuego inmediato.
Este viernes, con una oración ante más de tres mil peregrinos en la basílica de San Pedro, y seguido por muchos más desde la plaza, simbólicamente el obispo de Roma ha llamado a la puerta del Cielo.
Para mostrar la gravedad de la situación, ha movilizado a sus nuncios y ha conseguido que todos los obispos del mundo se unieran espiritualmente a esta plegaria por «la paz mundial». En la Ciudad Eterna, de larga memoria, no se recuerda una convocatoria parecida por parte de ningún otro pontífice.
En paralelo, Francisco ha enviado un representante personal al santuario de Fátima en Portugal, el cardenal Konrad Krajewski, para que hiciera justo allí esta consagración en su nombre. Así se enlaza a una de las peticiones de la Virgen de Fátima durante las apariciones de 1917 a los tres pastorcillos: «Si se escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia», aseguraron que les había dicho.
Una de esas peticiones era «la consagración de Rusia a mi Corazón inmaculado» hecha «en comunión con todos los obispos del mundo». Los pontífices, desde Pío XI a Juan Pablo II evitaron hacerla explícitamente para no herir susceptibilidades en la Iglesia Ortodoxa Rusa. Pero ahora Francisco no ha tenido reparos.
«Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania», ha clamado el Papa en la basílica de San Pedro, con voz emocionada, sentado ante una imagen de la Virgen de Fátima. El obispo de Roma ha mencionado a ambos países para que la consagración no fuera acusada de gesto político .
En la letanía de peticiones, ha pedido ala Virgen que inspire «proyectos y caminos de reconciliación»; que obtenga «la paz para el mundo» y que libre a la humanidad de «la guerra y la amenaza nuclear».