Punta Cana,R.D.- En la apertura de la 81 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), celebrada en Punta Cana, República Dominicana, el presidente del organismo, José Roberto Ductriz, advirtió que la libertad de prensa y de expresión “atraviesan un período de amenazas y desafíos sin precedentes”. Señaló que el oficio enfrenta presiones judiciales, discursos de odio y episodios de violencia que han llevado a muchos periodistas a ejercer su labor desde el exilio o en condiciones de desplazamiento forzado.
Dutriz detalló su alarma por el deterioro del clima hacia la prensa en Estados Unidos, país que por décadas fue referente de libertades democráticas. Alertó sobre la hostilidad creciente hacia los medios, el uso de demandas judiciales como herramienta de acoso y las amenazas a licencias de radiodifusión, lo que, a su juicio, representa una deriva peligrosa que puede repercutir en toda América. También denunció la represión en Cuba, Nicaragua, Venezuela y El Salvador, donde el cierre de medios y la persecución han obligado a centenares de comunicadores a abandonar sus países.
El presidente de la SIP, quien también es director de la Prensa Gráfica de El Salvador, destacó la creación de la Red Latinoamericana de Periodismo en el Exilio (RELPEX) como una respuesta concreta al desarraigo que enfrentan los periodistas perseguidos. Recordó que el proyecto, apoyado por la National Endowment for Democracy (NED), busca ofrecer apoyo y herramientas para que quienes fueron silenciados puedan seguir informando. Además, subrayó la urgencia de enfrentar la desinformación, fenómeno amplificado por la inteligencia artificial y las redes sociales, y reafirmó el compromiso de la SIP de promover colaboración internacional y fortalecer la verificación periodística como defensa frente al caos informativo.
Persio Maldonado, presidente del Comité Anfitrión y presidente de la Sociedad Dominicana de Diarios, también habló durante la inauguración, el jueves pasado. La actividad se extiende hasta este 19.
A continuación, discurso íntegro de Dutriz:
“Señor presidente de la República Dominicana, Luis Abinader
Señoras y señores, colegas, amigas y amigos,
Es un honor inmenso abrir esta 81ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa. Lo hacemos en Punta Cana, un lugar de encuentro y de belleza, pero también de reflexión y compromiso frente a una realidad que nos interpela con fuerza: la libertad de prensa y de expresión atraviesan un período de amenazas y desafíos sin precedentes en nuestra historia reciente, tan graves como diversos en todo el continente.
Quiero agradecer de manera especial al presidente Luis Abinader por recibirnos en la República Dominicana. También expreso mi reconocimiento a la secretaria general adjunta de la OEA, Laura Gil, quien nos acompaña en esta ocasión. En los próximos días, debatiremos los principales desafíos del periodismo contemporáneo, con especial atención a la libertad de prensa, la sostenibilidad de los medios y el impacto de la inteligencia artificial. Lo haremos a través de un programa de alto nivel que reúne a algunas de las figuras más sobresalientes del periodismo continental. Mi más cordial bienvenida a todos los participantes.
Durante este último semestre hemos constatado que el periodismo enfrenta un panorama marcado por el deterioro de las condiciones de trabajo de los periodistas y los medios de comunicación, por discursos cargados de resentimiento y estigmatización, por restricciones judiciales y administrativas y por una violencia persistente que obliga a muchos colegas a ejercer su oficio en condiciones de exilio o desplazamiento forzado.
Quiero destacar en este punto la importancia de las misiones internacionales de la SIP, que han sido y siguen siendo un instrumento fundamental para acompañar a los periodistas y a las sociedades en riesgo. Estas visitas nos permiten llevar solidaridad, elevar la voz de los agredidos, interactuar con las autoridades y recordarles a todos que la comunidad interamericana está atenta y no tolerará atropellos contra la libertad de expresión.
En el último año realizamos misiones de la SIP en Guatemala, Panamá, Costa Rica, Perú y Washington DC. Estar en el terreno, escuchar a periodistas, dialogar con autoridades, respaldar a medios y documentar situaciones concretas sigue siendo una de las tareas más nobles y eficaces de nuestra organización. En Guatemala, vivimos la esperanza que significó la firma de la Declaración de Chapultepec por parte del presidente Bernardo Arévalo, un gesto alentador en medio de las sombras que persisten, como el injusto encarcelamiento de José Rubén Zamora.
En Costa Rica y Perú, dos democracias que históricamente se mostraban sólidas, constatamos retrocesos preocupantes: discursos estigmatizantes, trabas judiciales, y restricciones de acceso a la información. Estas misiones nos recuerdan que la defensa de la libertad de prensa no admite tregua ni zonas de confort: requiere presencia constante, solidaridad activa y capacidad de presión política.
En Panamá sostuvimos encuentros con el presidente José Raúl Mulino, y con los tres poderes del Estado. También se firmaron las declaraciones de Chapultepec y Salta II.
Las misiones, además, generan un efecto multiplicador: iluminan contextos donde la censura intenta ocultar, abren espacios de diálogo con autoridades y, sobre todo, brinda un respaldo necesario a los colegas que muchas veces sienten que luchan solos contra poderes inmensos.
En Washington DC sostuvimos conversaciones con el nuevo secretario general de la OEA, Albert Ramdin y Laura Gil, aquí presente. Con ambos analizamos la situación estructural de la prensa en la región e iniciativas concretas para continuar colaborando con la OEA en la defensa de las libertades de prensa y de expresión como sostenes de las democracias. Con la misma visión también sostuvimos reuniones con los presidentes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la National Endowment for Democracy (NED), Ilan Goldfajn y Damon Wilson respectivamente y con sus equipos de trabajo.
Alarma en Estados Unidos
Permítanme ahora detenerme en una preocupación que nos toca de manera particular. En los Estados Unidos, país históricamente considerado un faro de las libertades democráticas. Hemos observado con alarma un creciente deterioro en el clima hacia la prensa.
La embestida del gobierno contra medios y periodistas, la utilización de demandas judiciales como instrumento de hostigamiento y las amenazas a licencias de radiodifusión han puesto de manifiesto una peligrosa deriva. No se trata solo de ataques a periódicos o a cadenas televisivas; se trata de un debilitamiento del sistema democrático más influyente de nuestro hemisferio. Y lo que ocurre en Washington, no nos engañemos, repercute en toda América.
En paralelo, la situación en países como Cuba, Nicaragua, Venezuela y El Salvador confirma la deriva autoritaria y el aumento de la represión hacia la prensa. En estos contextos, el periodismo ha sido criminalizado, los medios independientes son clausurados, y la persecución ha llevado a centenares de periodistas al exilio y a una cantidad de medios a ejercer su labor informativa desde otros países. Estos casos muestran, con crudeza, hasta dónde pueden llegar los estados cuando atentan contra la institucionalidad en busca de controlar el flujo informativo y silenciar las voces críticas.
Periodistas en el exilio
Si hubiera que elegir un símbolo de este período, sería sin duda el nacimiento de la Red Latinoamericana de Periodismo en el Exilio (RELPEX), fruto de la decisión de la SIP de priorizar el acompañamiento a periodistas y medios obligados a abandonar sus países por la persecución de regímenes autoritarios.
Desde su lanzamiento en 2024, tras el valioso respaldo de la Fundación Nacional para la Democracia o NED, la RELPEX se ha convertido en un espacio vital para decenas de periodistas obligados a abandonar sus países por la persecución y la censura.
Hoy tengo el orgullo de anunciar que la SIP ha conseguido recursos que permitirán robustecer este proyecto durante los próximos dos años, garantizando que los colegas en el exilio cuenten con apoyo, visibilidad y herramientas para continuar su labor. Porque el exilio no debe traducirse en silencio, sino en resiliencia activa: la prueba de que ni la cárcel, ni el destierro, ni las amenazas de muerte pueden acallar la necesidad humana de contar la verdad.
En paralelo a esa defensa urgente de quienes enfrentan persecución, hemos puesto un gran énfasis en el futuro y en la sostenibilidad del oficio. Aquí quiero destacar el papel de nuestro Instituto de Prensa y su asociación con Google News Initiative.
Durante este período avanzamos en la segunda fase del Acelerador de Ingresos Digitales, un laboratorio que ha acompañado a decenas de redacciones en América Latina a diversificar sus fuentes de ingresos, a fortalecer sus modelos de suscripción, a innovar en estrategias digitales. Estos laboratorios nos recuerdan que la libertad de prensa no solo se defiende frente a los gobiernos, también se asegura garantizando la viabilidad económica del periodismo independiente.
No obstante, quizás el desafío más complejo que enfrentamos hoy es el de la desinformación. En un ecosistema mediático saturado por redes sociales, algoritmos opacos y la irrupción vertiginosa de la inteligencia artificial generativa, la mentira viaja más rápido que los hechos y la manipulación erosiona la confianza social. Hemos visto cómo en distintos países, los propios gobiernos se aprovechan de esta atmósfera envenenada para desacreditar a periodistas bajo la etiqueta de noticias falsa.
Desinformación
Por eso, desde la SIP hemos trabajado en iniciativas como la Cumbre Global sobre Desinformación, que reunió a periodistas, académicos, tecnólogos y actores de la sociedad civil. De esas conversaciones ha surgido un consenso claro: la lucha contra la desinformación exige colaboración transnacional, exige transparencia en las grandes empresas tecnológicas, exige alfabetización mediática ciudadana y, sobre todo, exige que el periodismo refuerce sus propios estándares de calidad y verificación para ser un faro en medio del caos.
Este último año ha sido, sin duda, uno de enormes desafíos, pero también de logros que nos reafirman en nuestra misión. Hemos acompañado a periodistas perseguidos, hemos denunciado atropellos en países grandes y pequeños, hemos construido redes para sostener la resiliencia del oficio y hemos innovado en laboratorios que muestran que el periodismo tiene futuro si sabe reinventarse.
Pero no podemos ignorar que nos encontramos en una coyuntura crítica de fuerte declive democrático. En este contexto, los desafíos que enfrentamos son demasiado complejos para que cada medio, cada organización o cada redacción los enfrente en soledad. La respuesta requiere actuar de manera coordinada: medios, organizaciones internacionales, empresas tecnológicas, universidades y sociedad civil debemos unirnos con visión estratégica para defender la integridad de la información. Solo así podremos garantizar que, frente a la tormenta, periodistas y medios sigan cumpliendo su rol como pilar de las democracias.
Y pese a todas estas dificultades, debemos subrayar un motivo de esperanza: aun en estas condiciones adversas, el periodismo de las Américas sigue produciendo trabajos de enorme calidad. Investigaciones valientes, narrativas innovadoras y coberturas profundas continúan mostrando la relevancia social de nuestro oficio. Eso nos dice algo muy claro: el periodismo está herido, sí, pero está lejos de ser derrotado.
Al abrir esta Asamblea en Punta Cana, los invito a renovar nuestro compromiso con el valor esencial que da sentido a nuestro oficio: el derecho de las sociedades a estar informadas. Sin periodismo independiente, no hay democracia posible. Y sin democracia, no hay futuro digno para nuestros pueblos.
Muchas gracias”.


